Una vida joven, con un final triste

Hace algún tiempo tuve un caso del cual les quiero platicar, varón, entre los 30 y 40 años, con dos hijos, una esposa, dedicado a su familia y a la industria hotelera. Llevaba seis meses de síntomas gastrointestinales, reflujo, pirosis, dolor retroesternal, lo habían visto múltiples médicos y no solo no lograba mejorar, sino que ya no podía comer, la comida simplemente no pasaba hacia el estómago, vomitaba constantemente.

 

 

Lo interrogué exhaustivamente y cuando me fui al peso  que me llevé una desagradable sorpresa: llevaba 30 kilos perdidos en 6 semanas. El caso estaba dando luces para el diagnóstico. Hicimos endoscopia  y no era concluyente aunque si  fue evidente que había un tumor que obstruía el 90% de la luz esofágica (por eso la comida no pasaba al estómago), el tumor estaba ubicado en el tercio inferior de su esófago y por tomografía demostraba un tamaño aproximado de 5 cm de largo por 2 de ancho, como un pequeño pepinillo atorado en su esófago, se repitió endoscopia y entonces  lo más temido resultó realidad: cáncer de esófago  en etapa avanzada, de la variedad adenocarcinoma, se valoró su elegibilidad para cirugía,  su estado nutricional, su estado general para conocer su capacidad de tolerar procedimiento quirúrgico y se le realizó todo lo médicamente posible, otorgándosele quimioterapia y posteriormente interviniéndose quirúrgicamente para resecar el tumor junto con el esófago,  se ofreció quimioterapia posterior con adecuada respuesta, con una recaída a las 5 meses, que obligó a nuevo manejo con quimioterapia, sin éxito.

Falleció teniendo menos de 40 años, dejando dos hijos y una esposa, con muchas ganas de seguir viviendo pero no fue suficiente para sacarlo adelante de este último evento. Su padre había muerto a los 54 años de una enfermedad que lo llevó a los huesos y le quitó el hambre, muriendo en su pueblo hacía más de 20 años cuando él era niño, posiblemente un cáncer de tubo digestivo también, jamás lo sabremos.

Este caso me parece muy representativo, porque es una realidad que cada vez vemos personas más jóvenes enfrentándose a un diagnóstico sombrío. La endoscopia superior se ha convertido en una herramienta importante para el diagnóstico, la estadificación, el tratamiento y el seguimiento en pacientes con cáncer esofágico. Además de que algunos procedimientos endoscópicos pueden realizarse sin anestesia, la mayoría de éstos se llevan a cabo con sedación consciente administrada por anestesiología.

El screening o detección, debe realizarse en tiempo y forma si es que sospechamos de algún padecimiento benigno o maligno en nuestro esófago, acude con tu médico de más confianza o si lo prefieres visítanos, te garantizamos discreción, un trato digno, respetuoso y profesional. Sin duda lo obtendrás.

Nos vemos pronto!

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